Cierto es que hasta el
momento, la mayoría de entradas tienen un marco cronológico en el que me suelo
mover con mayor comodidad, digamos que desde la Edad Media hasta la Edad
Contemporánea porque aunque algunos no lo crean, también existe la arqueología
para fechas más recientes.
Hoy daremos un salto
hacia atrás, hasta la época romana, período donde se enmarca un objeto, curioso
y desconocido para el público en general y que es bastante común que aparezca en
intervenciones arqueológicas relacionadas a necrópolis (cementerios) de dicho
momento histórico. El objeto en cuestión es el amuleto fálico.
La representación del
miembro viril masculino es algo innato a la condición artística del hombre existiendo
representaciones desde el paleolítico. En el mundo romano era un adorno
personal muy extendido.
Estos amuletos,
normalmente, estaban realizados en bronce aunque podían estar fabricados en
otros materiales como hierro, oro, plata, hueso o pasta vítrea.
Aunque su tipología es
diversa y no vamos a entrar en detalles, sí describiremos un tipo
muy común como es el colgante con anilla de sustentación central y
representación de órganos sexuales masculinos, falo o fascinum e higa (puño cerrado con el pulgar asomando entre los
dedos corazón y anular, alegoría simbólica de los genitales masculinos y femeninos)
formando una figura de luna en cuarto creciente. Del centro nace un tercer elemento,
un falo en reposo que puede marcar o no los testículos. Este tipo solían llevarlo los soldados.
La repetición de los
motivos en un mismo amuleto multiplica su capacidad protectora.
En algunos ejemplares, el
cuerpo central se simula estar cubierto por una túnica.
En general, estos
amuletos tienen una cronología amplia, si bien son particularmente frecuentes
durante el Alto Imperio, entre los siglos I y III d.C.
El culto fálico en
época romana se dedica principalmente a Príapo (representado siempre con un
desproporcionado falo erecto), hijo de Dionisio y divinidad dedicada a la fertilidad,
protectora de las cosechas, de la enfermedad, del robo y del mal tiempo. Fue un
dios muy popular en el ámbito doméstico.
Los amuletos fálicos
tienen un sentido claro de representación de la fuerza viril con valores
profilácticos relacionándose a la fertilidad que a su vez se asociaba a la
riqueza, la fortuna y a la felicidad.
La sociedad romana era
muy supersticiosa y para su día a día necesitaba de objetos
(amuletos/talismanes) que la salvaguardara de los males. Estos amuletos fálicos
se relacionaban con la buena suerte, la prosperidad, la abundancia y evitaban
los hechizos como el “mal de ojo”, creencia muy extendida, de ahí su carácter
protector. Además, esa forma de luna que tienen muchos de los amuletos, también
posee una simbología: dar luz a los vivos para que pudieran ver en la noche
tenebrosa (culto a la Luna)
El uso de estos
amuletos se hacía en vida, tanto por hombres como por mujeres, a modo de colgante,
aunque la mayoría de los ejemplares que se conocen proceden de contextos funerarios
ya que se depositaban como ajuar formando parte del ritual mortuorio. Y no podemos
olvidar su uso en niños a los que les otorgaba fuerza, salud y protección.
En ningún caso pueden
considerarse objetos indecorosos, es más, este tipo de representaciones se
colocaban en las construcciones como puentes o acueductos o en los hogares
decorando mosaicos o paredes como signo de bienvenida, mostrando al visitante
deseos declarados de fortuna y alegría.
Para saber más os invito a visitar el blog Arqueología e Historia del Sexo y la lectura de los siguientes artículos:
Representaciones fálicas protectoras de López Velasco.
Amuleto fálico con higa en Chipiona de Gómez Peña, muy interesante su análisis simbólico e interpretativo.
Sexualidad y erotismo en el mundo grecorromano de Javier Angulo entre otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario